jueves, 17 de mayo de 2012
Curso impartido por Jesús Jarque sobre "La mejora de la convivencia y problemas de conducta".
Jesús Jarque García es licenciado en Pedagogía, con Master en Psicología y Gestión Familiar. Trabaja como orientador en un Centro Público de Infantil y Primaria. Él será el ponente de este curso que se impartirá en el centro asociado de la UNED (en Valdepeñas) durante el próximo mes de junio (los días 18,19,20,21,25 y 26).
Para más información, podéis visitar su página web (www.jesusjarque.com) o consultar en Secretaría del centro asociado "Lorenzo Luzuriaga" en Valdepeñas: 926 322436.
Entrevista a Auria Gómez Galcerán, pedagoga y maestra de Educación Infantil
1.- ¿En qué se diferencia la pedagogía Waldorf de otros sistemas educativos?
La Pedagogía Waldorf-Steiner es una educación que a través de su metodología y su didáctica aspira a mejorar y fortalecer la salud en la niñez, y no sólo a transmitir unos conocimientos y desarrollar unas capacidades concretas. Se basa en una antropología o imagen del ser humano, que lo contempla en su desarrollo físico, anímico y espiritual. Espiritual en el sentido de expresar la propia individualidad.
"La infancia y la adolescencia es el momento de aprender sobre lo esencial: sobre lo bueno, lo bello y lo verdadero. El espíritu de estas etapas ha de ser protegido y alimentado. Esta es una parte esencial de cada ser humano y necesita mantenerse viva". La Alianza para la infancia
2.- ¿Qué papel tiene la educación emocional en el día a día de vuestra escuela?
En la escuela Waldorf-Steiner el Til.ler, donde yo trabajo procuramos que los niños se sientan ayudados y acompañados para desarrollar sus propias habilidades, necesitan tiempo para aprender a su propio ritmo. Los niños tienen derecho a cometer errores y a ser perdonados. Necesitan personas a quien respetar, adultos cuyo ejemplo y autoridad querida puedan seguir. Necesitan experiencias, ternura y amabilidad, osadía y valor, momentos para dar y recibir, para integrarse y participar. Necesitan ser parte activa en la comunidad educativa. Aprender haciendo.
3.- ¿Cómo sabría usted que un niño goza de una buena salud emocional?
Cuando el niño experimenta momentos de devoción, momentos de curiosidad y de asombro. Cuando en él viven unos límites protectores y libertad para la creatividad. Cuando sabe administrar su tiempo para descansar, su tiempo para jugar y su tiempo para trabajar. Cuando tiene una relación de respeto y cuidado por la tierra, los animales y la naturaleza. Cuando puede expresar sus miedos y aprende a confiar. Cuando se puede observar en él la aparición de estas capacidades podemos hablar de una buena salud emocional, de un desarrollo sano de la autoestima.
4.- ¿Qué tipo de participación tienen los padres en la educación de los hijos dentro de la escuela Waldorf?
Las familias tienen un papel muy importante en nuestra escuela. Como parte de la comunidad escolar, participan en la organización educativa, en las fiestas y las ferias estacionales. En las charlas pedagógicas y los talleres de manualidades.
Se procura cultivar desde la escuela que el tiempo para estar con el niño es vital, que el amar y ser amados, es una de las cualidades más importantes que pueden ofrecerles a sus hijos. Que la comunidad educativa puede ser un medio de crecimiento humano insustituible.
5.- ¿Qué podemos aprender los adultos de los niños?
Podemos aprender la alegría vital, la risa y la seriedad sin formalismos. Una autenticidad innata.
Según Rudolf Steiner, en cada nueva generación, los niños traen nuevas cualidades a desarrollar, con un lenguaje celeste y está en nuestra mano como maestros sacar los impedimentos para que puedan expresarlas en un adecuado lenguaje terrestre, sacando a la luz sus mejores capacidades, su creatividad para ponerlas al servicio del entorno, de la humanidad.
6.- ¿Qué significa para usted ser inteligente emocionalmente?
Es un ideal a desarrollar, que nos permite ser más autoconscientes, más humanos y nos permite desarrollarnos dentro de la comunidad. Es importante el crecer sanos, el cuidado corporal, con buenos hábitos y una nutrición adecuada, el control de los impulsos, la empatía, pero suele ser esencial para toda persona descubrir el sentido, extraer la propia energía de aquello que da sentido a su propia vida, en lo individual y en lo comunitario.
FUENTE DE TEXTO: http://www.inteligenciaemocional-portal.org
Artículo: "El Cerebro Emocional"
El cerebro humano está formado por varias zonas diferentes que
evolucionaron en distintas épocas. Cuando en el cerebro de nuestros antepasados
crecía una nueva zona, generalmente la naturaleza no desechaba las antiguas; en
vez de ello, las retenía, formándose la
sección más reciente encima de ellas.
Esas primitivas partes del cerebro humano siguen operando en
concordancia con un estereotipado e
instintivo conjunto de programas que proceden tanto de los mamíferos que
habitaban en el suelo del bosque como, más atrás aún en el tiempo, de los toscos
reptiles que dieron origen a los mamíferos.
La parte más primitiva de nuestro cerebro, el llamado 'cerebro reptil', se encarga de los
instintos básicos de la
supervivencia -el deseo sexual, la búsqueda de comida y las respuestas
agresivas tipo 'pelea-o-huye'.
En los reptiles, las respuestas al objeto sexual, a la comida o al
predador peligroso eran automáticas y
programadas; la corteza cerebral, con sus circuitos para sopesar opciones y
seleccionar una línea de acción, obviamente no existe en estos animales.
Sin embargo, muchos experimentos han demostrado que gran parte del comportamiento humano se
origina en zonas profundamente enterradas del cerebro, las mismas que en un
tiempo dirigieron los actos vitales de nuestros antepasados.
'Aun tenemos en nuestras
cabezas estructuras cerebrales muy parecidas a las del caballo y el
cocodrilo', dice el neurofisiólogo Paul MacLean, del Instituto Nacional de Salud Mental de
los EE.UU.
Nuestro cerebro primitivo de reptil, que se remonta a más de doscientos millones de años de
evolución, nos guste o no nos guste reconocerlo, aún dirige parte de
nuestros mecanismos para cortejar,
casarse, buscar hogar y seleccionar dirigentes. Es responsable de muchos de
nuestros ritos y costumbres (y es mejor que no derramemos lágrimas de cocodrilo
por esto).
EL
SISTEMA LÍMBICO O CEREBRO
EMOCIONAL
EMOCIONAL
El sistema límbico, también
llamado cerebro medio, es la porción del cerebro situada inmediatamente debajo de la corteza
cerebral, y que comprende centros importantes como el tálamo, hipotálamo, el
hipocampo, la amígdala cerebral (no debemos confundirlas con las de la
garganta).
Estos centros ya funcionan en los
mamíferos, siendo el asiento de
movimientos emocionales como el temor o la agresión.
En el ser humano, estos son los centros de la afectividad, es aquí
donde se procesan las distintas emociones y el hombre experimenta penas,
angustias y alegrías intensas
El papel de la amígdala como centro de procesamiento de las
emociones es hoy incuestionable.
Pacientes con la amígdala lesionada ya
no son capaces de reconocer la expresión de un rostro o si una persona está
contenta o triste. Los monos a las que fue extirpada la amígdala
manifestaron un comportamiento social en extremo alterado: perdieron la
sensibilidad para las complejas reglas de comportamiento social en su manada. El
comportamiento maternal y las reacciones afectivas frente a los otros animales
se vieron claramente perjudicadas.
Los investigadores J. F.
Fulton y D. F. Jacobson, de la
Universidad de Yale, aportaron
además pruebas de que la capacidad de
aprendizaje y la memoria requieren de una amígdala intacta: pusieron a unos
chimpancés delante de dos cuencos de comida. En uno de ellos había un apetitoso
bocado, el otro estaba vacío. Luego taparon los cuencos. Al cabo de unos
segundos se permitió a los animales tomar uno de los recipientes cerrados. Los
animales sanos tomaron sin dudarlo el cuenco que contenía el apetitoso bocado,
mientras que los chimpancés con la amígdala lesionada eligieron al azar; el
bocado apetitoso no había despertado en ellos ninguna excitación de la amígdala
y por eso tampoco lo recordaban.
El sistema límbico está en
constante interacción con la corteza cerebral. Una transmisión de señales de
alta velocidad permite que el sistema límbico y el neocórtex trabajen juntos, y
esto es lo que explica que podamos tener
control sobre nuestras emociones.
Hace aproximadamente cien millones de años aparecieron los primeros
mamíferos superiores. La evolución del cerebro dio un salto cuántico. Por encima
del bulbo raquídeo y del sistema límbico la naturaleza puso el neocórtex, el cerebro racional.
A los instintos, impulsos y emociones se añadió de esta forma la capacidad de pensar de forma abstracta y
más allá de la inmediatez del momento presente, de comprender las relaciones
globales existentes, y de desarrollar un yo consciente y una compleja vida
emocional.
Hoy en día la corteza cerebral, la nueva y más importante zona del
cerebro humano, recubre y engloba las
más viejas y primitivas. Esas regiones no han sido eliminadas, sino que
permanecen debajo, sin ostentar ya el control indisputado del cuerpo, pero aún
activas.
La corteza cerebral no solamente ésta
es el área más accesible del cerebro: sino que es también la más distintivamente humana. La mayor
parte de nuestro pensar o planificar, y del lenguaje, imaginación, creatividad y
capacidad de abstracción, proviene de esta región cerebral.
Así, pues, el neocórtex nos capacita no sólo para solucionar
ecuaciones de álgebra, para aprender una lengua extranjera, para estudiar la
Teoría de la Relatividad o desarrollar la bomba atómica. Proporciona también a
nuestra vida emocional una nueva
dimensión.
Amor y venganza, altruismo e intrigas, arte y moral, sensibilidad y
entusiasmo van mucho más allá de los
rudos modelos de percepción y de comportamiento espontáneo del sistema límbico.
Por otro lado -esto se puso de manifiesto en experimentos con
pacientes que tienen el cerebro dañado-, esas sensaciones quedarían anuladas sin la participación del
cerebro emocional. Por sí mismo, el neocórtex sólo sería un buen ordenador
de alto rendimiento.
Los lóbulos prefrontales y
frontales juegan un especial papel en la asimilación neocortical de las
emociones. Como 'manager' de nuestras emociones,
asumen dos importantes tareas:
·
En primer lugar, moderan nuestras
reacciones emocionales, frenando las señales del cerebro límbico.
·
En segundo lugar, desarrollan
planes de actuación concretos para situaciones emocionales. Mientras que la
amígdala del sistema límbico proporciona los primeros auxilios en situaciones
emocionales extremas, el lóbulo prefrontal se ocupa de la delicada coordinación de
nuestras emociones.
Cuando nos hacemos cargo de las
preocupaciones amorosas de nuestra mejor amiga, tenemos sentimientos de culpa a
causa del montón de actas que hemos dejado de lado o fingimos calma en una
conferencia, siempre está trabajando
también el neocórtex.
FUENTE: http://www.inteligencia-emocional.org
Insertar la Educación Emocional en el currículum escolar
Las competencias emocionales que deberían trabajarse en todos los centros educativos son:
AUTOCONCEPTO: El conocimiento de sí
mismo hace referencia a los conocimientos, ideas, creencias y actitudes que
tenemos acerca de nosotros mismos. Las características o atributos con que nos
describimos serían nuestro autoconcepto. La conciencia de nosotros mismos nos ayuda
a armonizar nuestras decisiones con nuestros valores y sentimientos, siendo
capaces de comprender mejor lo que sucede a nuestro alrededor, de empatizar con
los demás y de gestionar las propias emociones.
CONCIENCIA
EMOCIONAL: Se refiere a la capacidad para percibir, identificar y poner nombre a
las emociones propias y de los demás. Esto supone conocer el vocabulario de las
emociones y también comprender las emociones de los demás a través de las
claves situacionales y expresivas (comunicación verbal y no verbal), de acuerdo
con el significado que la cultura popular atribuye a ciertas situaciones.
Para desarrollar la
competencia emocional se pueden realizar una serie de actividades a través de
las cuales se piensa y reflexiona sobre cómo nos sentimos y también a practicar
la empatía poniéndonos en la situación de los demás, intentando comprender cómo
se sienten ellos o cómo nos sentiríamos si estuviésemos en su lugar.
REGULACIÓN EMOCIONAL: Capacidad para manejar y
gestionar las emociones propias y de los demás de forma apropiada. Es la mejor
estrategia para hacer frente a las situaciones críticas y de conflicto, en
aquellas situaciones donde nos sentimos atacados.
Es importante saber
regular las emociones y esperar el momento oportuno para hablar. La regulación
emocional también es la capacidad de autogenerar emociones positivas en dichas
situaciones en las que predominan sentimientos de ira. Cualquiera de las formas
en que se puede experimentar la ira predispone a la violencia, y a veces, la
ira es la manifestación de la ira mal regulada. Pero para controlar esa emoción
tan fuerte y tan negativa se requiere mucho esfuerzo, dedicación e interés.
También la frustración es
una de las emociones que puede angustiarnos y ocasionarnos muchos problemas si
no somos capaces de regularla correctamente mediante la perseverancia en el
logro de los objetivos a pesar de las dificultades.
En definitiva, la
regulación emocional es esencial cuando se interactúa con otras personas y es
muy importante que los alumnos aprendan las estrategias oportunas para trabajar
esta competencia.
AUTONOMÍA EMOCIONAL: Es la capacidad para
autogenerarse las emociones apropiadas en un momento determinado. Esto incluye
una buena autoestima, autoconfianza, automotivación, autosuficiencia emocional,
una actitud positiva ante la vida, responsabilidad, capacidad para analizar
críticamente las normas sociales, la capacidad para buscar ayuda y recursos, la
capacidad para afrontar situaciones adversas…
Es una competencia muy
importante de cara a que los alumnos tengan una imagen positiva de sí misma,
valoren sus propias capacidades y limitaciones, se quieran tal y como son,
descubran su propia identidad y personal y social, adopten valores y sean
capaces de defenderlos y difundirlos, afrontar situaciones adversas y confíen
en sus propias posibilidades.
La autonomía personal
abre el camino a la empatía y el desarrollo de las competencias sociales, ya
que ser autónomo emocionalmente implica tener la responsabilidad de respetar a
los demás y desarrollar habilidades sociales positivas.
HABILIDADES SOCIO-EMOCIONALES: Es la capacidad para
mantener buenas relaciones con los demás. Las siguientes habilidades pueden
aprenderse y facilitarán a los alumnos un mejor dominio de sus relaciones con
los demás. Las habilidades más destacadas son:
·
ASERTIVIDAD: Es la manera de comportarse de una forma adecuada con los
demás, sin ser pasivo ni agresivo, expresando sus derechos, pensamientos y
sentimientos respetando los de los demás.
·
EMPATÍA: Es la habilidad que nos permite comprender el punto de vista de
los demás, demostrándoles que les estamos entendiendo.
·
SABER ESCUCHAR: Y hacerlo con atención para saber lo que la otra persona
trata de comunicarnos.
·
DEFINIR UN PROBLEMA: Es la habilidad que nos permite ser capaces de
analizar una situación teniendo en cuenta todos los factores que intervienen.
·
EVALUAR SOLUCIONES: Analizando las consecuencias que tendrán las
soluciones que propongamos.
·
NEGOCIACIÓN: Es la habilidad que tiene por objetivo encontrar una
solución que sea aceptada, resulte justa y sea adecuada a los intereses de las
personas implicadas.
HABILIDADES PARA LA VIDA Y EL BIENESTAR
EMOCIONAL: Comportamientos apropiados y responsables para afrontar los retos que
se nos plantean, lo que permite organizar nuestra vida de forma sana y
equilibrada, facilitando experiencias de satisfacción o bienestar. El bienestar
personal aparece cuando experimentamos emociones positivas. La persona con
inteligencia emocional es capaz de generarse emociones positivas y relacionarse
satisfactoriamente con los demás.
Hablar de bienestar es
hablar de sentirse bien con uno mismo y con los demás y tiene diferentes
enfoques en función de las prioridades de cada persona.
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Fundamentación Teórica "Inteligencia emocional"
El concepto de Inteligencia Emocional ha
evolucionado mucho desde una idea de “se tiene o no se tiene/se nace o no se
nace” hacia una perspectiva de idea de potencial con el que “se nace, pero que
puede desarrollarse gracias a la acción educativa”. Por ello, a lo largo del
siglo XX se fue considerando la influencia del aprendizaje en el desarrollo
intelectual humano.
A partir de Sternberg, en los años sesenta,
se comenzaba a ver la inteligencia como un conjunto de capacidades o
habilidades que podían adquirirse a lo largo de nuestra vida. A partir de los
años ochenta, la inteligencia era considerada según Gardner (1998), un
potencial biopsicológico que resolver problemas o elaborar productos que son de
gran valor par un contexto comunitario o cultural: “definir el concepto de
inteligencia es un compromiso entre individuos, capaces de usar sus
competencias en varios campos del conocimiento, y las sociedades, que alimentan
su desarrollo individual en función de las oportunidades que les ofrecen”. Esta
teoría de Gardner sugiere una línea diferente y alternativa a la perspectiva de
reducir a los tests de inteligencia y al cociente intelectual el valor del la
inteligencia, proponiendo la existencia de diferentes inteligencias humanas
examinando una gran variedad de fuentes empíricas e intentando sintetizar un
nuevo panorama de gran repercusión en el concepto actual de inteligencia: las
inteligencias múltiples.
Gardner distingue siete inteligencias: la
lingüística, la lógico-matemática, la espacial, la musical, la corporal y la
cinética. Más adelante introducirá una octava llamada naturalista.
En esta línea, Rojas define la inteligencia
como “comprensión lógica que capta la riqueza y la diversidad de elementos que
se conjugan en la realidad; que penetra en ella y entiende su complejidad. Es
la facultad personal para aprender de la experiencia y la habilidad para sacar
lo mejor de uno mismo, sabiendo adaptarse a las circunstancias; la capacidad
para comprender el texto y el contexto que nos rodea […]”.
Con la pérdida de interés del concepto
“cociente intelectual” (CI) como único explicativo del ajuste de una persona en
su entorno o de su éxito personal, laboral o social, surgen conceptos que
hablan sobre la influencia de las emociones en nuestra forma de encarar de
forma inteligente la vida y las relaciones humanas. Para ello, ha sido
necesaria la evolución de las investigaciones psicológicas y los últimos
hallazgos de las investigaciones neurológicas, las cuales nos llevan a fijarnos
en la influencia de lo emocional en nuestra capacidad intelectual.
El descubrimiento de la formación reticular
por Moruzzi y Magoun sirve de base a las teorías de la activación emocional a
partir de las cuales la emoción se convierte en el auténtico motor de la
conducta (Zumalabe y Maganto, 1993). Sin embargo, hay otros investigadores de
la emoción que sostienen que para entenderla hay que añadir a los factores
fisiológicos los cognitivos.
Otros autores sostienen que los
sentimientos son el balance entre la interacción entre nuestras necesidades y
la realidad. Por ejemplo, la tesis de Roseman (1984), en las que se habla de
procesos de evaluación continuados.
Izard (1991) relaciona también motivación
con emoción. Establece que el sistema motivacional humano está compuesto por
diez emociones fundamentales. Para él, una emoción fundamental es la que tiene
una cualidad subjetiva, una expresión facial y un patrón de descarga neuronal y
produce unas consecuencias conductuales únicas.
Harris (1992) atribuye una enorme
importancia a la imaginación en el desarrollo de las emociones. Los niños son
conscientes de sus estados mentales y pueden proyectarlos en los demás usando
un mecanismo que depende crucialmente de la imaginación.
Varios autores coinciden en que la
experiencia de aprendizaje emocional vivida en el seno de la familia durante
los primeros años de vida es trascendental para el desarrollo emocional.
Tras esa etapa, en el ámbito educativo,
Goleman (1997) apuesta por un currículum que incluya activamente la enseñanza
de habilidades tan esenciales como el autoconocimiento, el autocontrol, la
empatía, saber resolver situaciones problemáticas… En definitiva, habilidades
vitales para el desarrollo de nuestra vida.
Es fundamental aceptar que son competencias
difíciles de desarrollar y que conlleva una inversión de esfuerzo, paciencia,
insistencia y entrenamiento.
Tras este paseo por la evolución y
diferentes enfoques respecto al tema que tratamos, podríamos definir la
inteligencia emocional como:
“La capacidad que tiene el ser humano, gracias al proceso
evolutivo, para armonizar lo emocional y lo cognitivo, de manera que pueda atender,
comprender, controlar, expresar y analizar las emociones dentro de sí y en los
demás. Todo ello le permitirá que su actuación sobre el entorno y sus
relaciones humanas sean eficaces y útiles, además de tener repercusiones
positivas para él y los demás en el entorno en el que se desenvuelve”.
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